Curso de Ciencia Espiritual 1

Clase #6: Espíritu-Mente-Cerebro

Durante la encarnación, es decir, durante el tiempo que el espíritu permanezca encarnado en su cuerpo, la comunicación entre este y su cuerpo se da siempre a través de esta secuencia de conexiones: Espíritu-Mente-Cerebro.

Estos 3 elementos están conectados por filamentos fluídicos que solo se rompen al momento de la muerte o desencarnación, que es cuando el espíritu se separa definitivamente del cuerpo. La muerte del cuerpo conduce a la disgregación de toda su estructura, incluyendo órganos, células y aún de las complejas estructuras moleculares, todas las cuales poseían partículas espirituales encarnados que a su vez desencarnan. Es entonces que el espíritu y las partículas espirituales que animaban su cuerpo continúan su existencia libre en la dimensión espiritual, que es su dimensión natural de existencia.

Aunque el espíritu y la mente están estrechamente unidos al cerebro no requieren de un espacio o una cavidad en la cabeza para ello ya que el espíritu y la mente existen de forma natural en la dimensión espiritual, mientras que el cuerpo y el cerebro están en la dimensión material.

Con ayuda de la mediumnidad sin embargo, ha sido posible determinar que espíritu y mente se ubican de tal forma que parecen sobreponerse al cerebro. Así que podría decirse que existe una sobreposición dimensional entre espíritu y materia durante la encarnación.

La mente no solo media la comunicación entre el espíritu y el cuerpo sino que además ejerce un poderoso efecto de control sobre el espíritu a través de dos fenómenos ampliamente conocidos identificados por Allan Kardec, nos referimos al estado de confusión y el olvido del pasado.

Estos dos fenómenos, el estado de confusión y el olvido del pasado, se activan cuando comienza el proceso de encarnación muy temprano en el embarazo y cuando dormimos, probablemente como una forma de control sobre el espíritu. Durante estos dos periodos (encarnación y sueño profundo) la mente envuelve al espíritu encarnado sumiéndolo en un estado de letargo en el que no somos capaces de reconocernos a nosotros mismos, todo se torna confuso y sin sentido para nosotros. Este estado se vería reforzado por una especie de amnesia que anula o limita ampliamente nuestra capacidad de análisis.
Todo este efecto se resume en el hecho de que la mente solo le permite al espíritu ser plenamente consciente de sí mismo cuando está despierto en el cuerpo y cuando no (sueño o desmayo) lo sumerge en la vaguedad del estado de confusión y la amnesia mental.

Con esta estrategia la mente busca que el espíritu encarnado se enfoque completamente en la vida física del cuerpo y así evitar distracciones innecesarias que surgirían de tener recuerdos permanentes de una vida anterior. Esto maximizaría sus posibilidades de supervivencia.

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