Curso de Ciencia Espiritual 2

Con el nombre de El Creador nos referiremos a Dios, a quien también llamaremos algunas veces La Inteligencia Suprema o La Fuente.

El tema relativo a El Creador, su naturaleza y la dimensión primaria es de cabal importancia en todo análisis relacionado con la ciencia espiritual, pues basados en la información suministrada por los espíritus a través del uso de la mediumnidad, todos los espíritus, incluyendo los espíritus que nos encontramos encarnados, fuimos creados por una inteligencia superior a quien llamamos Dios o El Creador.

Por tal motivo hacernos preguntas acerca de El Creador, su naturaleza y la realidad de existencia en la cual habita, e intentar responderlas a la luz de los conocimientos actuales de las ciencias espiritual y material, es no solo obvio sino necesario. Tal vez no lleguemos a la respuesta correcta, pero dejar planteado el problema será el primer paso en esa búsqueda.

Desde la perspectiva de nuestro estado espiritual El Creador representa lo máximo, y mucho más, de los valores más elevados que conocemos. El Creador es inteligencia infinita, amor infinito, verdad infinita. El Creador es luz, armonía y creación. El Creador es la causa y nosotros el efecto, es existencia y es eternidad. El Creador es el bien en sí mismo y no existe en Él un posible estado contrario.

Basados en lo anterior el primer tema que vamos a abordar es el referente a la existencia del bien y el mal.

¿Existe el mal como opuesto diametral del bien?

Hay un hecho cierto para nosotros los espíritus encarnados y es el hecho de que convivimos a diario con seres que expresan diferentes grados de maldad, lo que en términos generales podríamos llamar diferentes estados del bien y el mal. Dos estados aparentemente opuestos.

Siendo El Creador la esencia misma del bien y considerando que antes de los espíritus todo lo que existía era solo El Creador, surge la inquietante pregunta acerca del origen de ese mal, como expresión opuesta al bien. Si El Creador es el bien y no puede ser algo diferente u opuesto, entonces la existencia del mal plantea una paradoja que debe resolverse, para lo cual es esencial responder a las preguntas ¿De dónde sale el mal? ¿Que es el mal en sí mismo?

En forma breve la respuesta a esta pregunta desde la perspectiva de La Teoría Espiritual es “EL MAL NO EXISTE, LO QUE EXISTE ES LA AUSENCIA DE BIEN O ESTADOS MAS BAJOS DE BIEN”.

Esta respuesta emerge de relacionar estado vibracional con estado de armonía y la expresión de lo que llamamos Bien. En nuestra opinión el mal como opuesto del bien no puede existir en la misma forma que la oscuridad no es algo que existe en si mismo sino la ausencia de luz.

Cuando utilizamos la relación estado vibracional vs estado de armonía o Bien para explicarlo, encontramos una serie de consecuencias lógicas de enorme impacto en la comprensión de este y otros fenómenos de cabal importancia para nosotros.

Analicemos esto paso a paso:

Como se explicó en el curso 1, el espíritu es un ente que posee tres atributos fundamentales: amor, inteligencia y libertad. La interacción armónica de estos atributos genera como resultado un estado vibracional muy elevado que se manifiesta como un brillo intenso en el espíritu. Este es un espíritu al que llamamos espíritu bueno, puro o armónico.

Sin embargo, cuando el espíritu creado despierta a la conciencia y adquiere consciencia de sí mismo, el atributo libertad no solo le permite ser un ente independiente, sino que también adquiere la responsabilidad de mantener la armonía entre sus atributos, que es lo que determina su estado vibracional.

Es precisamente el hecho de adquirir responsabilidad por mantener la armonía perfecta de sus atributos lo que crea la posibilidad de que otros estados de armonía sean teóricamente posibles, es decir aunque todos los espíritus creados ya eran conscientes de sí mismos su estado era de máxima armonía, pero ahora otros estados menos armónicos eran posibles, aún si no existieran. A esos estados de desarmonía que no existían pero eran posibles los llamaremos estados virtuales, es decir, posible de existir pero inexistentes aún.

 

En algún momento, y por razones que desconocemos, algún o algunos espíritus alteraron la forma como “expresaban” uno o más de sus tres atributos de creación. Esto habría alterado la armonía perfecta en que vibraban dando origen a la existencia de espíritus con vibraciones más bajas.

¿Puede considerarse este estado como un estado de mal opuesto al bien?

No, es simplemente una “lámpara” que brilla  un poco menos pero no una lámpara que produce luz “negra” para describirlo de forma más gráfica. Y siendo así ese estado no puede considerarse opuesto al bien sino como un estado de “menos bien”.

Pero ¿Cuánto puede descender un espíritu en armonía y estado vibracional? Consideremos la relación gráfica entre armonía y estado vibracional:

Los espíritus armónicos se ubican en el punto A de la gráfica, un estado de máxima armonía y máximo estado vibracional. Cuando nace la desarmonía, su estado vibracional se altera y empieza a ser más bajo, así que el espíritu se mueve de A hacia B.

Ahora, para que exista un estado como el “mal”, que es opuesto al bien, los espíritus no solo deberían dejar de vibrar entre A y B, sino que además deberían empezar a vibrar de una forma totalmente opuesta es decir entre B y C.

El descenso del Espíritu en su estado vibracional sin embargo, jamás podría alcanzar el punto B porque este equivale al estado vibracional cero, lo que equivaldría a la muerte espiritual, algo imposible ya que la vibración es su manifestación de existencia y el espíritu es de existencia infinita.

Así que el espíritu, por más que se desarmonice y pierda estado vibracional jamás podrá realmente caer a un estado totalmente opuesto a su estado de creación.

En este orden de ideas el bien y el mal, como los conocemos, en realidad representan dos estados vibracionales dentro de la misma escala de valores que se mueve desde un máximo estado vibracional correspondiente a la dimensión primaria, hasta un valor muy cercano a la vibración cero, pero jamás puede ser cero.

Entonces considerando que lo natural es el bien –que está representado por estados vibracionales muy elevados-, y lo anormal es el error -que está representado por estados vibracionales más bajos-, entonces el mal como opuesto al bien no es posible y en consecuencia el mal o error sólo puede ser interpretado como la ausencia de bien y no como la existencia de un opuesto al bien.

Así concluimos que “existe el bien” y cuando este no se expresa lo que hay es una “ausencia del bien”. Por eso el error o el mal jamás podrían presentarse como un rival opuesto de El Creador ya que en teoría un estado opuesto no es posible.

Esta concepción del bien y el no-bien nos ayuda a resolver la supuesta contradicción que surge del silogismo “El Creador nos creó, nosotros creamos el mal, luego El Creador creó el mal”, ahora podemos entender que no es posible hacer este silogismo ya que el mal, como opuesto al bien, en el mas puro de los razonamientos, no existe y en su lugar lo que existe es un estado de menos bien o de no-bien.

Igualmente el mal o el error no son en realidad algo opuesto o contrario al bien, porque eso implicaría aceptar que existe el mal como ente real.

Lo mismo sucede con el concepto de calor y frió, suele representarse como opuestos, pero un análisis de la esencia de este fenómeno nos demuestra que ambas son solo expresiones de un mismo fenómeno: la cinética de las partículas. El calor es un estado de mayor cinética de las partículas y el frío un estado de menor cinética de éstas.

No son estados cinéticos opuestos, simplemente están en posiciones distintas en la misma escala de energía. En este ejemplo no existen partículas con estados cinéticos inferiores a 0, de la misma forma que el mal (como opuesto del bien) no podría existir por cuanto representaría estados vibracionales negativos, lo cual es imposible.