La Racionalidad Detras de Ruidos y Eventos Extraños

La Racionalidad Detras de Ruidos y Eventos Extraños 

La Teoría Espiritual claramente establece que las dimensiones Espiritual y Material aunque existen en el mismo espacio, se encuentran totalmente separadas por los niveles vibracionales de sus componentes. Es decir que lo espiritual es espiritual porque vibra de una forma tal que está muy por encima de los límites máximos de la dimensión material. Y al mismo tiempo lo material es material porque sus elementos vibran en una forma tan baja que está por debajo del límite inferior de lo que pertenece a la dimensión espiritual.
Esto es lo que permite que elementos espirituales y materiales habiten un mismo lugar o espacio sin tener prácticamente contacto uno con el otro. Así cuando los espíritus se desplazan por este mismo espacio no ven la materia, ni la materia es un obstáculo para ellos y al mismo tiempo cuando nuestro cuerpo se desplaza por ese espacio no ve lo espiritual ni lo espiritual es un obstáculo para ella.
D esto se deduce que existe un principio de separación físico-espiritual que determina que ningún elemento espiritual, y por consiguiente ningún elemento material, puede ejercer acción directa sobre el otro si no media entre ellos el complejo de asociación que determina la encarnación. Solo la encarnación crea los medios para que el espíritu actúe y se exprese en la dimensión material. Por eso la Teoría Espiritual afirma que un espíritu no encarnado NO PUEDE ejercer ninguna acción sobre lo físico, no puede mover objetos, no puede hacer ruidos ni puede crear o destruir cosas materiales.

Si los espíritus pudieran a voluntad hacer este tipo de cosas el mundo material seria un caos, veríamos con frecuencia aparecer cosas de la nada, podríamos registrar estas cosas con aparatos físicos, veríamos a la gente morir por accidentes causados permanentemente por fuerzas espontaneas actuando sobre ellos. Igualmente estos hechos habrían ya podido ser confirmados por la ciencia y JAMÁS se habría podido proponer ni sostener un principio de conservación de la masa y la energía en el universo, simplemente porque este tipo de casos la desmienten.

No voy a negar que en varias ocasiones he sido testigo de situaciones que por un momento han desafiado mi convicción en la existencia de este principio de separación físico-espiritual, pero una actitud racional y un poco de método finalmente me han permitido sostenerme en mis afirmaciones. Para ilustración de los lectores paso a describir dos de mis experiencias.

Ruido en la noche:

Eran cerca de las 11 de la noche de un día cualquiera. En aquella época cursaba mis primeros semestres de Biología y las múltiples ocupaciones extra académicas del día me obligaban a permanecer hasta tarde en la noche completando mis trabajos y preparando exámenes. Era una época en la que ya llevaba casi una década de estudios y prácticas de la ciencia espiritual en la Escuela Científica Basilio (EC donde no solo encontré un ambiente muy fraterno sino además un conocimiento altamente racional y objetivo. Precisamente, una de las primeras cosas que aprendí allí fue que los espíritus no pueden actuar directamente sobre la materia, idea que posteriormente seria pilar clave para el desarrollo de La Teoría Espiritual.

Cerca de la media noche, ya me encontraba completamente solo. Mis hermanos con los que compartía aun el hogar paterno ya se habían recogido en sus descanso nocturno, seguidos hacia poco menos de media hora por mi madre que siempre lo hacía después de asear la cocina y lavar los platos y ollas usados durante la cena. Solo el extraño susurro del silencio me acompañaba junto a una luz algo pálida y estática suspendida sobre la mesa del comedor donde me encontraba.

Totalmente absorto en mi trabajo, mi tranquilidad se vio abruptamente interrumpida por un estruendo de ollas que caían proveniente de la cocina situada en diagonal a la derecha frente a mí. El ruido rompió de tal forma el silencio de aquella noche que todo mi cuerpo entro en estado de alerta máxima, mis músculos se contrajeron, mis sentidos se agudizaron, mi respiración se acelero vertiginosamente junto a los latidos del corazón. En un instante mi mirada se fijo casi sin parpadear en la puerta oscura de la cocina como si esperara ver salir a alguien de allí. Pero no apareció nadie.

Como un rayo mi mente comenzó a maquinar posibles explicaciones. Pensé en un familiar aun en la cocina, pero lo descarte inmediatamente porque hacía ya casi media hora que estaba completamente solo. Pensé en un animal haciendo de las suyas, pero en mi casa no teníamos evidencia de roedores invasores y nuestro perro mascota ya había muerto hacia algunos años. Pensé en un viento que hubiera podido mover las ollas lavadas, pero no había forma de que allí entrara una ráfaga sin antes haber pasado por el lugar donde yo me encontraba. Incluso considere un pequeño movimiento telúrico, pero era obvio que para haber causado semejante ruido tendría que haber sido lo suficientemente fuerte para yo mismo haberlo sentido en el estado de relajación en que me encontraba antes del evento.

Aparentemente solo me quedaban causas sobre naturales para explicarlo y seguramente así lo habría considerado hasta hoy si mi mente más racional y objetiva no hubiera asumido el reto de investigar más a fondo el suceso. Armado de mi convicción en la imposibilidad de la acción física directa de los espíritus me dirigí a la cocina empeñado en encontrar la causa de aquel ruido. Encendí la luz y pasee mi vista rápidamente por el lugar. Observe la estufa, el lavaplatos y el mesón, pero no vi ninguna olla o plato a la vista. Yo sabía sin embargo, que mi madre solía guardar todos los utensilios de cocina limpios en los cajones debajo del lavaplatos pues no le gustaba que la cocina se viera desordenada.

Así que me acerque con cautela al lavaplatos y tras inclinarme abrí cuidadosamente las puertas que daban acceso a su interior. Al comienzo todo pareció normal, pero dada la magnitud del ruido metálico que escuche, yo sabía que solo podía haber sido causado por varios objetos cayendo simultáneamente sobre otros objetos metálicos. Entonces fue cuando note un grupo de 4 o 5 ollas entre pequeñas y medianas caídas sobre las ollas más grandes. Estas aun formaban una especie de pequeña torre caída de vasijas metálicas. Cuidadosamente las volví a juntar desde la posición donde se encontraban y me di cuenta entonces que estas podían ser las responsables del ruido. Si lo eran debían haber caído desde un hipotético lugar en el extremo izquierdo del cajón donde encajaban perfectamente. Así que las puse de nuevo allí sobre un grupo de ollas medianas que aun permanecían firmemente sentadas sobre el fondo del cajón y las observe detenidamente. Note que a pesar de verse inclinadas hacia la derecha se sostenían formando una pequeña torre inclinada. Entonces les di un toque y las deje caer para escuchar el ruido que hacían. El estruendo fue exactamente igual al que había escuchado minutos antes. Había encontrado el origen del ruido, solo me faltaba averiguar cómo se había originado.

No voy a negar que de no tener la formación espiritual adquirida, seguramente hubiera atribuido el origen de este estruendo a duendes o espíritus golpeadores. Pero como espiritista de la ECB y como científico en formación debía primero buscar una explicación más racional a lo sucedido. En ciencias se le llama a esto la navaja de Occam, es decir, que en igualdad de condiciones la explicación más sencilla a un fenómeno es probablemente la correcta.

Así, después de analizar los hechos concluí que todo había sido un puro fenómeno físico causado por la dinámica natural de la materia. Mi madre, había creado sin intención una pila demasiado alta de objetos metálicos que inicialmente se sostuvieron firmes por efecto del rozamiento entre ellos. Lavados con agua caliente debieron experimentar un ligero dilatamiento que con los minutos dio paso a una ligera contracción por efecto de las bajas temperaturas de la noche bogotana. La inclinación de la columna de objetos habría experimentado entonces una fuerza de gravedad diferencial sobre ella que bien pudo iniciar un lento pero continuo desplazamiento hacia la derecha. Era solo cuestión de tiempo que tal inclinación alcanzara su punto crítico antes de caer estrepitosamente, como en efecto sucedió en primera instancia y después durante mi experimento. No hubo intervención de duendes o espíritus, fue un fenómeno enteramente natural.

Alguien en la oficina:

El segundo caso sucedió más recientemente en mi lugar de trabajo. Eran cerca de las 6 de la mañana y yo ya me encontraba encerrado en mi laboratorio revisando los resultados del día anterior. Casi media hora antes, había ingresado a la oficina, desactivado la alarma y cerrado la puerta principal con llave, ya que no esperaba que nadie se reportara a trabajar hasta una hora después.

Sin embargo por precaución siempre que estoy solo y encerrado en el laboratorio suelo entrar conmigo el receptor inalámbrico de un detector de movimiento que tenemos instalado en la zona de entrada a la oficina y que sirve para advertir al personal cuando algún paciente se presenta. Fue entonces que luego de casi media hora de trabajar solo escuche el sonido del detector de movimiento que anunciaba movimiento por el área de recepción. Lo primero que imagine fue que alguien había llegado temprano, lo cual no me extrañó pues estábamos en semana de ciclos donde el trabajo es más intenso.

Pocos minutos después escuche de nuevo el sonido del detector de movimiento. Tampoco me pareció extraño pues según mi parecer ya alguien estaba en la oficina y bien podría ser la misma persona o alguien más que había llegado. Fue entonces que recibí la llamada del director de laboratorio indicándome que tenia reporte de alarma de seguridad activada del laboratorio. Le pregunte hace cuando se había activado y me respondió que había sucedido hacia algunos minutos. Le respondí que era extraño pues hacia más de media hora que yo había llegado a la oficina y personalmente había desactivado la alarma. Si no la hubiera desactivado se habría disparado a los pocos minutos de llegar. Por otro lado si fuera alguien de la oficina que accidentalmente la hubiera activado, pues ya la habrían desactivado con su código personal, y no podía ser un intruso porque la puerta principal estaba cerrada con llave. Solo alguien con llave pudo acceder al interior. Me pidió entonces que revisara si todo estaba bien.

Salí de mi laboratorio al área común y fue cuando pude escuchar las sirenas de la alarma retumbando por todo el lugar. Era muy extraño, yo había escuchado el detector de movimiento y para mi alguien debía estar en la oficina ya.

Me dirigí rápidamente a la entrada y tras desactivar la alarma note que la puerta principal aun estaba con seguro. Camine por toda la oficina preguntando si alguien estaba por allí, pero nadie respondió. Las luces de las oficinas aun estaban apagadas y no había más señales de vida que la mía. Parecía inexplicable; que pudo ser? Yo sabía positivamente que debía haber una explicación racional a este extraño suceso. Mi perplejidad sin embargo fue grande cuando horas más tarde pregunte a todos los que usualmente llegan temprano si ellos habían entrado a la oficina horas antes y todos me afirmaron que no, que apenas estaban llegando.

Pude haber dejado este suceso así, pude haberme conformado con que era inexplicable o haber invocado alguna causa sobrenatural para ello, pero mi resistencia a aceptar una acción espiritual directa de la cual estoy convencido no es posible me llevó un poco más allá, así que decidí contarle a todos el suceso esperando que alguno me diera alguna idea. Pero no la hubo hasta que un par de horas más tarde con la entrada en escena de una asistente médica contratada apenas si un par de días atrás. Ella fue la clave de este suceso. Sabiendo yo que ella era la última en llegar ese día a la oficina dude por un rato si preguntarle o no. No parecía probable que ella tuviera algo que ver con ese suceso, pues su hora de trabajo estaba programada 2 horas después de que entraran los demás. Pero empujado por mi convencimiento de que esto debía tener una explicación racional finalmente la aborde y le pregunte si ella había entrado a la oficina temprano en la mañana.

Un poco apenada me miro y me dijo que sí, que se había equivocado y había llegado temprano pensando que ese era su horario de entrada. Que cuando no vio a nadie llamo a la secretaria para preguntarle por las horas de trabajo de aquel día quien le aclaro que ella no debía comenzar hasta 3 horas más tarde. No conociendo en detalle la rutina de trabajo del centro me informó que estuvo preguntando en vos alta si alguien más estaba en la oficina. Como no obtuvo respuesta al salir activo la alarma y le puso seguro a la puerta. A partir de allí fue solo cuestión de minutos, cuando termine mi trabajo en el microscopio y al moverme la alarma se activo.

Como en el caso anterior, de haber aceptado inicialmente la creencia en espíritus capaces de mover objetos físicos entonces habría terminado concluyendo que este fue un caso de esos. Si no hubiera persistido en la búsqueda de la verdad tal vez jamás me hubiera enterado de los detalles y habría terminado convencido que fui víctima de la acción de espíritus burlones. Después se lo habría contado a otros y quienes conociendo de mi seriedad seguramente se lo habrían creído también.

Por eso las mejores teorías son aquellas que son más capaces de explicar el mundo que nos rodea no solo el mundo físico sino también el mundo espiritual. La Teoría Espiritual tiene eso de bueno, que es una teoría en la que se integran los conocimientos espirituales y materiales para mostrarnos una imagen más racional y completa de ambas realidades. Porque somos criaturas de ambas dimensiones. Somos entidades espirituales viviendo una experiencia material a través del cuerpo físico, pero no estamos en la dimensión material. Solo el cuerpo lo está. Nosotros los espíritus encarnados y los no encarnados estamos aun en la dimensión espiritual y solo a través del cuerpo podemos actuar físicamente.

La Teoría Espiritual no busca reemplazar, desmentir ni contradecir teorías físicas claramente establecidas y probadas. La Teoría Espiritual las integra objetivamente y las complementa en una sola teoría del todo. Tal vez no es fácil de entender, pero es lógico tratándose de una teoría que debe considerar los más cruciales y avanzados fenómenos físicos y espirituales. Es una teoría que incluye temas tan variados como el origen espiritual de la materia aparecida durante el Big Bang, la evolución conjunta de materia y espíritu, el fenómeno de la encarnación, la existencia de la mente, la mediumnidad, el porvenir de los espíritus, El Creador, la existencia en la dimensión espiritual, la reencarnación, etc. Vale la pena darle una oportunidad, leerla y conocerla en detalle.

Fraternalmente

Eduardo Sanz

 

Author: ISRSP

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