Espiritismo versus sincretismo

Espiritismo versus sincretismo 

Hola a todos:
Me ha llegao un link a un blog de espiritismo, donde pude leer el documento que aparece mas abajo. Su contenido me parece de gran valor didactico, por lo que he decido presentarlo aqui. Quedan todos invitados a aportar sus opiniones.

Espiritismo versus sincretismo por José Manuel Fernández
(originalmente publicado en http://entreespiritus.blogspot.com/2012/04/espiritismo-versus-sincretismo.html?showComment=1352733115616#c8493971548632225610)

Cuando me inicié en el estudio de la Doctrina espírita, recuerdo cómo empecé absorbiendo en dos largas noches “El libro de los espíritus”, lectura aderezada por la melodiosa voz de mi madre, que desde el otro lado, me invitó con dulzura a introducirme en un mundo tan fascinante. Tras unas semanas, en las que intenté con energía procesar esa información tan valiosa y esencial que había llegado a mis manos, pasé a instruirme en el resto de la codificación hasta completar toda la obra del genial Allan Kardec. Después, llegó el tiempo de un Leon Denis maravilloso, tan diáfano y tan didáctico que resultaba un auténtico placer leer sus escritos. ¡Dios mío, qué pluma tan esclarecedora entre sus dedos! Si Rivail, con la ayuda de la espiritualidad, diseñó y firmó el plano de la obra, Denis la acondicionó y la hizo habitable para que se pudiera vivir en ella y acoger a todos los que quisieran entrar en su interior.

Meses más tarde, descubrí a Amalia Domingo Soler, la cual me cautivó con su estilo sencillo y atractivo, capaz de hacer interesante el espiritismo hasta para las mentes más materialistas. Con los conceptos ya más claros, me introduje con posterioridad en el apasionante mundo de los libros psicografiados, elaborados bajo la intercesión de autores tan reconocidos como Chico Xavier, Divaldo, Ivonne Pereira, Abel Glaser y otros. Estos últimos, fueron los que mostraron y abrieron las puertas de la casa del espiritismo al resto del orbe y fue entonces cuando la gente, en un número no conocido antes, abandonó la ignorancia y empezó a descorrer el velo de la increíble sabiduría y enseñanza moral que destilaban las gotas filtradas de la Doctrina.

Tras empaparme bien de todo este compendio de sapiencia, empecé a trabar amistades que compartían mis mismas creencias y objetivos y con los cuales me sentía muy a gusto. Sin embargo y para mi sorpresa, al contactar con algunos hermanos del continente americano comenzaron a surgir algunas dudas en mi interior. Muchos de ellos insistían con frecuencia en mencionar la expresión “espiritismo kardecista”, como si quisieran poner un punto de distinción en sus ideas y también una diferenciación con respecto a otras supuestas "formas" de espiritismo.

A mí, esto me causaba un cierto estupor, pues desde mis inicios no contemplaba la posibilidad de que existieran otro tipo de postulados que los aportados desde 1857 por el codificador, a través de aquellas famosas reuniones en las que compilaba todo el saber que el espíritu de la Verdad le iba revelando con la aquiescencia de Jesús y de nuestro Creador. Una semana cualquiera, llegó a mis oídos el dato de que incluso existía un grupo o corriente “dentro” de la Doctrina que había optado por suprimir la parte moral del espiritismo para limitarla exclusivamente a su vertiente científica, es decir, al estudio y análisis de la información recogida en el contacto con los diversos espíritus.

Reconozco que me sentía aturdido, pues todo esto me sonaba a unidad disgregada, a grupo que pierde su fuerza de cohesión debido a la aparición de numerosos corpúsculos que debilitan una concordancia desde la que se parte cuando se inicia un recorrido. No dejaba de resultar algo curioso pero salvando las distancias, me recordaba al gran Alexander Fleming, aquel que pasó años y años investigando hasta que dio felizmente con la fórmula de la penicilina. Pues bien, aquello se asemejaba a como si él, tras su genial descubrimiento, hubiera decidido no aplicarlo para combatir las enfermedades infecciosas de los demás, argumentando que el límite de su misión estaba tan solo en el hallazgo del producto, mas no en su puesta en práctica o en su tratamiento a los pacientes. No hace falta decir la de millones de vidas que se hubieran perdido si este médico se hubiera limitado a conservar su “solución” antibiótica en las paredes de su laboratorio o las consecuencias que se habrían derivado para la salud mundial si este remedio no se hubiera extendido entre la población.

Confieso que desde mis inicios, siempre entendí y estuve de acuerdo en que el espiritismo era ante todo ciencia, filosofía y moral y que sin estos tres pilares, difícilmente podría llegar la Doctrina a cumplir el objetivo que en su día previeron los sabios espíritus, coordinados por Jesús desde las alturas. Tenía meridianamente claro que sin estudiar con empeño no iba a arribar a ninguna parte pero también, que sin poner en práctica esos conocimientos aprendidos, me postraría en la más espesa mediocridad al permanecer estancado, pues la reforma moral íntima se constituía en el fin más sublime hacia el que debía transformarse todo el proceso de formación previa. Como le expresé una vez a un amigo, era como si tuviera en mis manos los mejores ingredientes culinarios jamás vistos pero como si nunca me decidiera a encender el fuego para cocinar con ellos y elaborar así un magnífico plato.

Por todo esto y desde el más absoluto respeto a las creencias y puntos de vista que cada hermano mantiene, existe algo en mi interior que me impele a intervenir en este asunto. Yo estudié psicología y sé lo que es la recogida de datos, la observación y la experimentación unido a la aplicación de una serie de principios y por esta razón, he tenido siempre la seguridad de que, en muchas ocasiones, saber lo que ES algo implica primero conocer lo que NO es. En este sentido y con la consideración debida hacia cualquier opinión no concordante con la mía, expongo:

• Que en el espiritismo, la parte que atañe al conocimiento no puede separarse de las implicaciones morales que conlleva, todo ello atendiendo a los postulados expuestos por Jesús en su día, espejo donde el ser humano ha de mirarse, por lo que deben caminar juntos de la mano si lo que realmente pretendemos es que la Doctrina nos conduzca a la evolución.

• Que en el espiritismo, no se usan altares, ni imágenes, esculturas o pinturas que sirvan para atraer la atención del público.

• Que los espíritas no se visten de blanco ni de ningún otro color, al igual que tampoco existen trajes ceremoniales.

• Que no efectuamos bailes o danzas ni rituales para entrar en “trance” y comunicarnos con los espíritus.

• Que no se utilizan bebidas, brebajes o sustancias que ayuden en la práctica espírita.

• Que en el espiritismo no se usan elementos como el incienso, la mirra u otros que creen una “atmósfera” especial.

• Que tampoco se cantan o recitan letanías ni himnos de ningún tipo.

• Que no existen sacramentos ni por supuesto se administra ninguno de ellos.

• Que el espírita no precisa en su vida de una terminología cifrada o de palabras enigmáticas, sino que se vale de un lenguaje tan sencillo y tan claro como el que empleó el codificador.

• Que en el espiritismo no existen intereses materiales o comerciales de por medio ni se aceptan pagos o cobros por las buenas obras llevadas a cabo para con el prójimo.

• Que el espiritismo no contempla el uso de talismanes ni amuletos ni de recitaciones o fórmulas milagrosas realizadas a modo de rito, salvo la oración que cada ser efectúa desde su corazón.

• Que la Doctrina tampoco tiene ninguna relación con la confección de horóscopos, ni con la cartomancia o cualquier otra forma de adivinación o previsión del futuro.

• Que no existen escenificaciones o puestas en escena que sirvan para impresionar a personas o grupos de personas.

• Que el espírita tampoco realiza “trabajos” mágicos, ni utiliza objetos de apoyo como velas, ni “arregla” la amistad o enemistad entre los individuos ni efectúa sacrificio alguno de animales.

• Por último, el espiritismo carece de sacerdotes, clero, intermediarios o como quiera denominarse y por supuesto, desconoce de jerarquía o de relaciones de jerarquía entre sus miembros.

Es posible que por olvido, haya omitido algún matiz de lo que a mi entender, NO es el espiritismo, pero aunque a algunos pueda sorprenderle el contenido de la lista enumerada, la cual parece extraída de épocas ya superadas en la historia del hombre, yo también me llevé una gran sorpresa cuando constaté que existen personas y grupos, que por las razones más diversas, todavía piensan que estas prácticas forman parte constituyente de la Doctrina espírita, cuando esta se distingue ante todo por su racionalidad y sentido común, aspectos que la hacen tan sugestiva e inigualable.

De verdad y haciendo uso de la razón de la que Dios dotó al ser humano ¿alguien puede pensar seriamente que el uso de un objeto, sustancia, bebida, elemento, ropa, palabra mágica, canto, recitación, danza, adivinación, escenificación o cualquier tipo de ritual en el que podamos pensar va a hacernos mejores personas? ¿Va a cambiar nuestras vidas hasta el punto de transformar nuestro estado moral? ¿Va a permitirnos aumentar nuestro caudal de conocimientos? En definitiva, ¿acaso el empleo de alguna de las cosas citadas va a acelerar nuestra evolución o va a facilitar nuestro progreso? Si podemos responder a esta pregunta con sinceridad y escuchando la voz de la conciencia, ya estamos en el camino correcto, aquel para el que vinimos a esta tosca dimensión, es decir, para “nacer, morir, renacer y progresar, tal es la ley”.

Todo esto, que a grandes rasgos podríamos englobar en la expresión que comúnmente se conoce con el nombre de “sincretismo”, queda claro que NO es el espiritismo, insisto, al menos desde mi punto de vista y acorde a los principios que siempre estudié. Muchas veces, cuando alguien que se inicia por primera vez en nuestra maravillosa filosofía me pregunta para que le defina con un mensaje simple lo que es el espiritismo, yo le digo que en verdad, este no es más que el cristianismo original promulgado por el Maestro de Nazaret a su paso por la esfera física, pero al que se le han añadido una serie de consideraciones que en el siglo XIX sí pudieron establecerse y no en su época, debido a las limitaciones cognoscitivas y morales que poseía el ser humano por aquel entonces. Entre esos postulados que aportó el espíritu de la Verdad a lo promulgado por Jesús y de forma muy resumida, están: la explicación clara y rotunda a lo que ocurre más allá de la muerte, la cuestión de la reencarnación y la descripción de las leyes divinas y por supuesto y a través de la Doctrina, el hallazgo de un sentido definitivo a la vida humana.

Podremos hablar de todo tipo de manifestaciones, de múltiples procedimientos y de numerosos rituales, pero todo ello, NO es espiritismo, al menos el que yo conocí, con el que me inicié y aquel que cambió mi existencia para siempre.

El espiritismo supone un eterno aprendizaje de conocimientos y señala a la vez el camino moral que todos debemos emprender desde el más feroz e instintivo salvajismo hasta las cotas más elevadas del actuar ético. Lo que debe quedar claro, es que si nuestra construcción está edificada sobre pilares fuertes y adecuados, esta sobrevivirá permaneciendo firme y duradera en el tiempo. Esto concuerda con lo que Jesús expresaba, cuando decía que había que construir la casa sobre cimientos en la roca pero que si no se ponían sus palabras en práctica, sería como edificar la casa sobre arena, por lo que la crecida del río se la llevaría y arruinaría (Lc 6, 46-49).

Para terminar, y aunque comprendo totalmente a los hermanos que siguen empleando la expresión “espiritismo kardecista”, yo no la voy a utilizar, tal vez porque llevo el apellido del codificador grabado en mi corazón desde que él me tendió su amistosa mano en un gesto que renovó mi vida de forma imperecedera. Para mí, la Doctrina es Una, a secas.

Una vez aclarado lo que NO es el espiritismo, resta por saber lo que ES, pero esto, querido lector, será materia de un próximo artículo.

Respuesta pro Eduardo Sanz:

Excelente exposición, elegantemente balanceada en la razón y la lógica. Solo quisiera aportar que el futuro del espiritismo no está en que sus centros se decidan por una línea de pensamiento o la otra; en dedicarse al estudio y difusión de su contenido moral o a la investigación científica y su verificación. No. El futuro del espiritismo esta en lograr que sus centros apoyen y promuevan ambas tendencias sin que ello cree un conflicto. El conocimiento y la práctica van de la mano y la verificación científica adquiere cada vez más peso en la aceptación que las nuevas generaciones tengan del fenómeno espiritual.
Cada centro espirita debe ser una escuela donde se estudie con profundidad la teoría espirita de cuya comprensión y asimilación lógica nacerá de forma natural una práctica que será el reflejo claro de sus principios. Y también en cada centro debe promoverse la investigación científica del fenómeno espiritual, elemento esencial en la búsqueda de nuevos paradigmas.
Llegar a pensar o creer que lo escrito por Kardec, Denis, Soler, Xavier, etc es todo lo que hay por saber acerca del fenómeno espiritual, es arrastrar el espiritismo por un camino cerrado que no conduce a ningún lado, y del cual le será muy difícil salir. Sera condenarlo a su extinción. La investigación científica del fenómeno espiritual es tan importante como la aplicación de sus principios morales. Sin el avance que proporciona la investigación científica el espiritismo quedara rezagado y reducido a una mera corriente cristiana del pasado, que eventualmente se diluirá en el tiempo; terminara perdido en una sociedad que cada vez exige más verificaciones objetivas y cree menos en los principios de autoridad.
Esta no es una opinión sino una realidad. Los estudios demuestran que a medida que las sociedades evolucionan aumentando su nivel educativo, sus miembros se reconocen menos religiosos, aunque no menos espiritualistas. Pero a menos que nuevos paradigmas apoyados en la verdad científica llenen el espacio que inevitablemente deja el modelo religioso tradicional, la humanidad se moverá inevitablemente hacia un materialismo total.
El espiritismo tiene una herramienta única para afrontar el desafío de investigar científicamente el fenómeno, y esta es la mediumnidad. El desarrollo, la práctica, capacitación y uso de la mediumnidad debe ser una tarea tan fundamental en sus centros como lo es hoy día el estudio de sus pilares filosóficos.
En las manos de sus miembros pues, está el futuro del espiritismo. Entre sus miembros es fácil encontrar hoy día profesionales en casi todas las disciplinas del conocimiento humano. Su organización a nivel mundial con seminarios, congresos regionales y mundiales denota un crecimiento y evolución sin precedentes. Sus publicaciones, medios y mecanismos de difusión a través de libros, revistas y sitios web son formidables. Es claro que el camino está listo para ver surgir una nueva ciencia formal, la ciencia del espíritu, la ciencia espiritual.

Author: ISRSP

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