¿Dónde está Dios?
Dios es armonía perfecta, energía creadora, es inteligencia infinita y origen de los espíritus, pero ¿Dónde está? ¿Por qué no lo podemos ver desde aquí? ¿Por qué hay incluso espíritus que dicen no percibirlo desde su condición de espíritus libres no encarnados mientras otros dicen que si? La respuesta parece estar en el nivel de armonía.
Armonía es lo que surge de la expresión de Amor, Inteligencia y Libertad de los espíritus (espíritus como el que está encarnado en los humanos) y las Partículas Espirituales (como las que están encarnadas en los animales y plantas).
La armonía se expresa como una forma de vibrar que es la que determina en qué lugar se ubica cada elemento de la creación.
Imaginemos esto como una montaña muy, muy alta donde a medida que ascendemos encontramos seres mas y mas armónicos en cuya cúspide siempre esta Dios o El Creador por ser la armonía perfecta. Pero que a medida que descendemos esa montaña encontramos seres cada vez menos y menos armónicos hasta que en la base encontramos los elementos más atrasados de la creación cuya baja armonía los hace vibrar de forma muy baja.
Esa montana imaginaria que posee toda la escala de estados de armonía es tan alta que los que están en la parte baja no pueden percibir ni tener noción de lo que existe en las partes más altas. Por eso los espíritus mas desarmónicos no perciben a Dios, muchos ni siquiera creen que exista. Pero a medida que el cambio se opera en ellos mejorando su armonía, comienzan a ascender por la montaña de la armonía lo que les permite ver las claridades que les espera más arriba en la armonía, incluyendo a Dios, a quien cada vez perciben con mayor nitidez.
¿Pero por qué los espíritus más atrasados no pueden percibir a Dios? ¿Acaso Dios les niega esa alegría como castigo a su estado de atraso? No. No es eso, porque Dios no castiga. Lo que sucede es que Dios existe y vibra en el único estado posible para Él, el de la perfecta armonía. Y eso implica que su existencia y sus vibraciones nacen y se expanden a la altura de la cima de esa montaña. Las vibraciones de la perfecta armonía de Dios que son una expresión de su naturaleza, nacen y se expanden por siempre a la misma altura de la cima de esa montaña de armonía, bañando generosamente a todos los seres que como Él, vibran en la perfecta armonía de sus atributos.
Para que Dios se hiciera visible en los niveles de armonía más bajos y que sus vibraciones viajaran de forma natural por esas regiones, entonces Dios tendría que ser tan desarmónico y vibrar tan bajo como esos lugares, y eso no es posible. No porque no quiera sino porque Dios no puede transformarse en desarmonía.
¿Cómo es posible entonces que algunos seres encarnados puedan llegar incluso a percibir esa luz de Dios? ¿Cómo puede ser que los pedidos de ayuda y fortaleza que elevamos al creador sean correspondidos con su luz armonizadora? Porque en la naturaleza de cada espíritu existe la esencia de Dios. Hemos sido “impregnados” de los mismos atributos de Dios y cuando logramos, así sea por un instante, desprendernos del egoísmo y las bajas pasiones para elevarnos al creador, entonces somos capaces de acortar las distancias que nos separan de Él. Es así como creamos puentes momentáneos que nos permiten vislumbrarlo, que nos permiten sentirlo. Pero la realidad cotidiana de nuestros errores constituye el obstáculo que nos separa de El Creador y que solo a través del progreso en la práctica del bien podremos superar.
¿Existe la posibilidad de seres tan atrasados que jamás emprendan el progreso hacia la armonía perfecta? No, porque la presencia de Dios en todo lo que existe se verifica a través de su ley universal. Una ley que ha existido siempre, incluso antes de que la confusión del espíritu creara esa larga montaña de estados de armonía; la ley de Dios promueve todo lo que existe hacia adelante, hacia el progreso o evolución. Es una ley tan perfecta e inteligente que sin violar los principios de amor, inteligencia y libertad, y sin formulas milagrosas, eventualmente conduce a los seres por la senda del progreso. Eh ahí una muestra más de la inteligencia infinita de La Fuente que estamos aun tan lejos de comprender y menos en este momento en que estamos atrapados en un cuerpo limitado y torpe que nos obliga a vivir una existencia física sin memorias y sin podernos reconocer a nosotros mismos como espíritus.