Curso de Ciencia Espiritual 3

A lo largo de estas clases hemos repetido constantemente que no somos un cuerpo con alma, sino un alma o espíritu habitando temporalmente un cuerpo físico. Somos un espíritu teniendo una experiencia física. Yo soy un espíritu.

También hemos dicho que aunque somos un espíritu encarnado NO ESTAMOS EN LA DIMENSION MATERIAL, solo el cuerpo y toda la materia habita en la dimensión material. Nosotros, los espíritus encarnados o no, habitamos en la dimensión espiritual.

Esta que es una verdad desde el punto de vista de la ciencia espiritual, plantea un dilema interesante ¿Cómo es posible que un espíritu que habita en la dimensión espiritual pueda unirse a un cuerpo hecho de materia y que existe en la dimensión material? ¿Cómo es posible que todo lo que captan los sentidos del cuerpo (vista, oído, olfato, tacto y gusto), lo pueda conocer el espíritu encarnado casi de forma instantánea? Y al mismo tiempo ¿Cómo es posible que las decisiones que el espíritu toma como son caminar, comer, saltar, cantar, etc., sean ejecutados por el cuerpo de forma casi instantánea?

El hecho cierto e innegable que nace de la experiencia diaria que vivimos todos como encarnados es que existe un intercambio permanente de información entre la dimensión material y espiritual. Día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. La información del cuerpo viaja a la dimensión espiritual para que el espíritu se entere y al mismo tiempo las decisiones del espíritu atraviesan desde la dimensión espiritual a la dimensión material para que el cuerpo ejecute las acciones que el espíritu desea.

Entonces, la pregunta no es si existe un puente de comunicación entre materia y espíritu, la pregunta es ¿Dónde está ese puente? ¿Cómo es? ¿Cómo funciona? ¿Cómo hace la información para ir y venir de forma tan rápida y precisa?

En nuestra búsqueda del puente de comunicación entre las dos dimensiones o puente de comunicación interdimensional necesariamente tenemos que empezar a buscarlo en el órgano donde el espíritu se une a la materia, en el cerebro.

Y eso nos lleva a las células nerviosas del cerebro que constituyen las unidades biológicas que le dan funcionalidad a ese órgano. Sin embargo, y como explicamos en clases anteriores, el espíritu encarnado no se une directamente a las células del cerebro sino que tal unión se da a través de las partículas espirituales dirigentes encarnadas en las células del cerebro, las mismas partículas espirituales que constituyen el alma de las células.

Así que en el tránsito de la información desde el espíritu al cuerpo, las decisiones del espíritu en forma de vibraciones espirituales, deben empezar su trayecto pasando a las partículas espirituales dirigentes de las células del cerebro.

Estas Partículas Espirituales Dirigentes (PEDs) de las células del cerebro (que son las mismas que forman la mente) tampoco hacen contacto directo con la materia. Ellas a su vez se unen a las partículas espirituales dirigentes de los genes de los núcleos, las cuales a su vez se unen a las PEDs de las estructuras más sencillas que las componen (PEDs de moléculas) las cuales a su vez se comunican con las PEDs de los átomos y estas a su vez a las PEDs de los protones y neutrones.

Y recordemos que es allí, al nivel de protones y neutrones donde encarna la primera partícula espiritual y por lo tanto el lugar en el que existe el verdadero puente de comunicación entre espíritu y materia, el puente de comunicación interdimensional.

Es decir, que la información espiritual o material, necesariamente debe penetrar hasta las estructuras más básicas de materia antes de dar el salto de una dimensión a la otra.

Esto significa que también la información física que llega el cerebro en forma de impulsos nerviosos de alguna forma es interiorizada en la estructura de los genes pasando por sus nucleótidos, moléculas, átomos, protones y neutrones donde debe ocurrir la transducción de la información material a información espiritual.

Así, entre la Partícula Material y la Partícula Espiritual encarnada en ella queda establecido por primera vez un puente de comunicación interdimensional permanente, constituyendo la puerta de contacto y comunicación entre materia y espíritu.

Es gracias a este flujo constante y permanente de vibraciones de comunicación entre materia y espíritu a través del vórtice, que los espíritus encarnados en humanos manejar el cuerpo, y al mismo tiempo nos permite saber lo que pasa con el cuerpo.